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ALÉM GUADIANA

Associação Além Guadiana (língua e cultura portuguesas em Olivença): Antigo Terreiro de Santo António, 13. E-06100 OLIVENÇA (Badajoz) / alemguadiana@hotmail.com / alemguadiana.com

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Apresentação de "La herencia portuguesa en las cofradías de Olivenza" (II)

AG, 15.03.10

Presentado el libro La herencia portuguesa en las cofradías de Olivenza


El pasado viernes fue presentado el libro de José Antonio González Carrillo La herencia portuguesa en las cofradías de Olivenza. En el inigualable marco de la bellísima Casa de la Misericordia se dio cita numeroso público que abarrotó la capilla. En el acto estuvieron presentes el concejal del ayuntamiento de Olivenza José Serrano, la diputada de cultura y alcaldesa de Táliga, Inmaculada Bonilla, el hermano mayor de la Santa Casa de Misericordia, Aniceto Fernández, el hermano mayor de la cofradía del Señor de los Pasos, José Francisco Vidigal, y el autor del libro, José Antonio González.

 

En una presentación emotiva, José Antonio González tuvo palabras de elogio hacia la importante labor que ambas cofradías han desempeñado en la localidad a lo largo de los años, al tiempo que las consideraba referencia fundamental en el imaginario de los oliventinos, situándolas como potente nexo de unión a través de muchas generaciones. Las cofradías de la Santa Casa de la Misericordia y del Señor de los pasos, sucesora de la cofradía de las Llagas, procesionan siguiendo los ritos portugueses y son las más antiguas de Olivenza, con orígenes en los inicios y mediados del siglo XVI. En su presentación el autor animó a recuperar y valorizar el importante patrimonio religioso de Olivenza, desde los retablos y la imaginería hasta las diversos ritos y tradiciones de Semana Santa, manteniendo viva una herencia cultural única.

Além Guadiana

 

 

A seguir, palavras do autor:

 

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DISCURSO DE PRESENTACIÓN DEL LIBRO LA HERENCIA PORTUGUESA EN LAS COFRADÍAS DE OLIVENZA (12 de marzo de 2010)

José Antonio González

 

Cómo no voy yo a acordarme del día que volví a contemplarte, después de tantos años, siendo yo un adolescente, lucía una incierta tarde de primavera, con nubes de atardeceres que no mienten y con susurros de vientos que hubieran llegado a traicionar tu vetusto palio.


Me hubiera gustado decirte tantas cosas…. que el sentido de mi infancia fue forjado en un Jueves Santo, que mis sueños irían desde entonces agarrados de tu mano. Comenzó así nuestra pequeña historia, acomodándome en uno de tus rincones que cruzaban por la vecina calle del Espíritu Santo, justo aquí al lado. Y así fuimos creciendo, tú en tus cosas y yo en las mías. Comencé a cargarme de la magia de las horas, aquellas en donde un camarín sirve como pretexto a mi propia identidad en tardes de preparación de pasos. Buscando, a la vez, el anochecer y la tarde temprana de un Viernes Santo, encontrando, en el sonido de tu matraca, los ritmos vitales del corazón. Imaginándome hopas moradas o negras como la única paleta cromática que puede dar sentido a mi trabajo. Y de repente visité tu Capilla, la misma que nos tiene aquí reunidos esta noche; reinaba el silencio, aquel que Manuel dos Santos supo imprimir en tus azulejos, el mismo recato con el que aguarda en la Magdalena el frío estuco del altar de alguna de las cofradías ya perdidas, injustamente olvidadas. Y como quien descorre una cortina te encontré en cualquier calle, de repente todo fueron recuerdos, las tardes de Jueves Santo en donde, después de los Oficios, te esperaba celosamente desde los ventanales del Liceo, o el quinto domingo de Cuaresma en donde, previo paseo por tus caminos, los recién germinados lirios morados me avisaban de que era un domingo especial. Los días se desdibujaban entonces con el pretexto de una procesión. Era tan difícil expresar los recuerdos en tesituras de aspiraciones más mundanas, que me olvidé de lo importante que has sido para la Historia mi Tierra. Incluso llegué a imaginarte con hopas de otros colores, aquellas mismas que desde Santa Ana procesionaron con tonos rojizos; esas que rezumaban bajo la entonación de un Christus factus est el júbilo y la
penitencia de cualquier pueblo alentejano. Aquellas mismas que recaudaron dinero para los más necesitados como fue la hermandad de Santa Luzia. Fue entonces cuando decidí retratarte, poner mis recuerdos de niñez en paz conmigo mismo, ordenar mis pensamientos y relatar por qué eres diferente a cualquier lugar, y así tener una excusa para inmortalizarte en los callejones de nuestra memoria. Desde ese preciso momento, me propuse narrar tu personalidad con la coartada de una cámara, desprendiendo uno a uno todos los pétalos de ceniza que dan sentido a tu pasado. Buscando en tu complejo caminar la justificación de mis días. Y con amor fraterno sigo amándote como la primera vez que te vi, aquel que desdibujó un farol de vela amarillenta y que entre susurros dio la venia a los soberanos cofrades de Olivenza. Eres tú, Hernandad de la Misericordia y del Señor de los Pasos, la que hace que hoy tenga nostalgia hacia mi pasado ya irrecuperable, ya que la vida es como una lenta cofradía que final pasa más rápido de lo que creemos y su devenir nos convierte en esclavos de los recuerdos. Eres tú la que hace de excusa para que traiga a mis hijas a intentar que encuentren en los ocres de tus tardes de procesión, las mismas excusas para quedarme siempre cerca de esta Vila. Sois vosotros, cofrades, con vuestro esfuerzo, los que sobrepasáis la dimensión cristiana para hacer Historia con mayúsculas. Sin duda, lucháis día tras día para que nuestra localidad tenga una proyección diferencial en la Semana Santa. Gracias a todos vosotros porque indudablemente sois los verdaderos protagonistas de esta noche. Real Archicofradía de Nuestro Señor Jesús de los Pasos y Hermandad de Nuestra Señora de la Misericordia, sois testimonio vivo del esfuerzo de muchas generaciones de oliventinos que, al igual que vosotros, encontraron, en la Pasión, un modo de vida y un desvelo por mejorar a vuestra manera la cultura popular que hoy nos hace indiscutiblemente únicos. Gracias de verdad a todos vosotros.


Excelentísimas Autoridades, Excelentísimo Ayuntamiento de Olivenza, Excelentísima Diputación de Badajoz, Caja Extremadura, familiares, amigos, Junta de Cofradías y Hermandades… oliventinos siempre excelentes…, quiero empezar estas palabras cargadas de emotividad hacia mis recuerdos, haciendo un llamamiento especial a las Cofradías, puesto que son privilegiados trasmisores directos de una parte muy importante del centenario patrimonio que nos da contexto; siempre genial, siempre inmortal. Podríamos verlo en cualquier ejemplo, en un Viernes Santo de procesión temprana, en donde Dios pasea muerto por la calle Caridad para volver a salir en otra versión magnánima unas horas después en diferente cortejo. También la historia tiene sus caprichos, y algunos de los mayores aquí reunidos podrán relatar improvisadas procesiones en su niñez con tambores de lata, de cruces guías que se olvidaron o de sagrarios y altares fundidos en color negro bajo una sábana. Pero, por encima de nuestros recuerdos, siempre íntimos, siempre afables, están la Cultura, el Patrimonio y la Herencia que trasmitiremos a nuestros sucesores. La Semana Santa de Olivenza, sirve de hilo conductor entre quinientos años de cultura, aquella que se forjó en ermitas y capillas como ésta, en las que herreros, tallistas, pintores e imagineros -varios años
después- se encargaron de perfeccionar con obras de incalculable valor o con tallas religiosas que las mejores gubias de la época supieron inmortalizar. Semana Santa única en la península, de hopas que sirven de pretexto a la penitencia, de curioso atuendo, de banderas o estandartes que de por sí nos enseñan el valor de la Pasión, de artefactos que marcan el silencio o de un Santo Entierro por duplicado que en ningún lugar además de en éste podremos admirar. Semanas Santas que de forma similar tuvieron que disfrutar, en su infancia, Maria da Cruz, Panaças, Francisco Ruiz, Teófilo Borrallo o António Lopes, remodelador de esta capilla. Ellos, al igual que otros grandes oliventinos, también disfrutaron de la imponente visión de la proyección de una hermandad en la calle. Es hora de luchar por nuestro legado, de impulsar cantos de Padeirinhas, de buscar en las trastiendas de las iglesias el rico patrimonio que el pasado llenó de polvo. Sólo admirando los matices encontraremos el sentido de nuestra identidad. Únicamente luchando y trabajando con nuestro propio impulso hallaremos la paz con la Historia que nos ennoblece, y el irresistible imán de Olivenza llegará con más fuerza a todos los que nos visiten. ¡Tantas y tantas cofradías olvidadas!, retablos que imploran ser restaurados, imágenes que bruñidores de diferentes tiempos inmortalizaron hasta nuestros días, anécdotas guardadas en archivos que están obligadas a ser conocidas por todos y para todos. Es necesaria la concienciación, buscar, en la identidad del pasado, las señas que nos hagan sentirnos orgullosos de nuestra herencia, de nuestros cultos, de nuestras fiestas. Con La herencia portuguesa en las cofradías de Olivenza intento, como siempre, narrar con la imagen exactamente esto, el precioso tesoro que nuestros predecesores han sabido transmitir y que de forma celosa ha sobrevivido a las embestidas de guerras de ocupación, incendios o terremotos, como el de Lisboa. El precio fue caro, por el camino se quedaron ricas piezas como las banderías que antaño ilustraban la pasión del Señor de los Pasos o archivos que fueron destruidos en pasadas contiendas…. De forma inteligente, algunos ritos se han vuelto a recuperar; es el caso del Arrojão, que cada Viernes Santo preludia en la puerta de la Magdalena el trágico desenlace de una Pasión Universal. Fueron cientos de fotografías las que tomé de cada instante, de cada calle, de cada tono rojizo del atardecer que acompaña a nuestras ritos religiosos más profundos. Con ellas me senté y dialogué, busqué pretextos, excusas para contar una historia, el mismo relato que pude contemplar en primera persona hace varias décadas. Y así forjé una trama en forma de imagen que sólo trata de contar humildemente, los actos, tradiciones y ritos que las dos cofradías más antiguas de nuestra localidad conservan. El esfuerzo mereció la pena; bajo la apariencia de libro centenario, intenté recopilar la historia de cualquier Domingo de Pasión, novenario, Jueves o Viernes Santo de cualquier año. Intentando crear una pieza atemporal, llena de contrastes pero con el intenso aroma luso que todavía se puede apreciar en la calles de estación de penitencia. Sólo tenemos que visitar cualquier localidad hermanada culturalmente a Olivenza, como Redondo, Monforte, o Beirós…. para encontrar en ellas los mismos rasgos culturales que respiramos en las agrupaciones mencionadas en el libro. Sólo mirando en nuestro pasado encontraremos la identidad que todo oliventino siente dentro de su corazón. Animo, desde aquí, a recuperar todos los capítulos que nuestros días han borrado, y que estas sencillas palabras de presentación de mi nuevo
libro sirvan como propuesta para que la Junta de Cofradías y Hermandades de Olivenza institucionalice el Pregón de Semana Santa como antesala a la exaltación de tan rico legado cultural y religioso. Mi humilde aportación sólo quiere servir para que la fotografía actúe como modus operandi de la crónica, haciendo contrabando con el verbo, elucubrando con la imagen y mostrando los ritos que podrían transportarnos a través de los años y comprender cuáles eran nuestras costumbres en siglos como el XVI o XVII. No puedo dejar de agradecer a tantas y tantas personas su apoyo; no tendría tiempo de enumerarlas, Diputación de Badajoz y Caja de Extremadura en las personas de Inmaculada Bonilla y Ramón Rocha, hermanos de la Cofradía del Señor de los Pasos y Hermandad de la Misericordia… pero muy en especial quiero dar públicas gracias a dos compañeros de viaje que desde el primer día lucharon codo con codo para que este libro saliera adelante: José Gómez y Aniceto Fernández; sin duda, con vuestro trabajo y desempeño en esta Institución que hoy nos alberga, honráis a vuestros antecesores como la Santa Casa honra a Olivenza. Sólo me queda, a los asistentes, invitarlos a que ahonden en sus recuerdos, a que busquen en la antesala de esta Semana Santa la Olivenza que los ha marcado año tras año, puesto que, como he intentado prologar en el libro, “La patria de cada uno de nosotros es nuestra propia infancia”. Gracias a todos por estar esta noche aquí. He dicho.

 

José Antonio González Carrillo

 

 

Mais:

http://www.portalalentejano.com/?p=14510

 

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