Su familia paterna proviene de varias aldeas de los alrededores de la Olivenza portuguesa anterior a 1801: San Jorge de Alor y Santo Domingo. Sus padres eran profesores y su abuelo, abogado en el ayuntamiento de Olivenza.
-¿Cuándo empieza su familia paterna a perder carácter portugués?
-Mi familia se castellanizó como todas las familias de Olivenza a partir de los años 40-50 del siglo XX. Con el franquismo, la Olivenza portuguesa se difuminó bastante. Hasta esa época, Olivenza era muy portuguesa: se hablaba portugués por las calles, se escribía en portugués. Con el franquismo, todo eso se castellaniza. El portugués empezó a tratarse de manera despectiva, se fue olvidando. Las fiestas empiezan a castellanizarse. El folclore se anula. Aparecen La uva, El candil, son canciones oliventinas y su composición está basada en fados batidos, en corridiños, en músicas que venían del folclore portugués, pero se cambió. En los años 40, con la Sección Femenina, se inventan las letras. Con la democracia hay un renacimiento de lo portugués en Olivenza, se retoman las relaciones con Portugal, se recupera patrimonio arquitectónico, pero Olivenza, hoy en día, aún tiene que aprender a mirar a Portugal sin reparos ni prejuicios.
-¿Qué caracteriza lingüísticamente al portugués oliventino?
-Hay muchas palabras acabadas en -i como Villareali. Esa i final solo se utiliza en Olivenza. Hay muchas palabras que se han ido mezclando: en lugar de decir primeira feira, segunda feira, se dice lunis, martis.
-Uno de sus libros se titula 'Olivenza oculta'. ¿Es una ciudad a descubrir? ¿Qué oculta Olivenza?
-Olivenza oculta historias a raudales. Es un tesoro patrimonial, cultural, social, etimológico. En cada rincón de Olivenza hay una historia que contar. Tiene una personalidad invisible que muy pocos pueblos tienen en el mundo. Quizás por esa biculturalidad. 'Olivenza oculta' muestra cómo en cualquier esquina hay un tesoro que no se valora: una gárgola, un reloj de sol, las chimeneas con sus cruces de salvación, piedras de origen medieval que encuentras caminando por el campo, los grafitis medievales del castillo. Olivenza tiene en su torre del homenaje una colección de grafitis medievales única en Europa. Están en los ventanales del castillo, en las paredes. En la propia cal húmeda se escribían historias de amor, dibujos, naos portuguesas. Ese tesoro está infravalorado. Hay un proyecto municipal de hacer un museo del grafiti. La Santa Casa de Misericordia, tesoro arquitectónico y única institución en España que conserva la fisonomía de una Misericordia portuguesa, pero en territorio español. Estas Misericordias proceden del siglo XVI y cumplían una función social: curar a enfermos, sepultar a muertos, atender a presos. Son instituciones semiprivadas con ayuda pública.
-¿En qué se nota la herencia portuguesa en un oliventino?
-Lingüísticamente, en muchos aspectos. Un niño de Olivenza, cuando se refiere a vosotros, dice ustedes. Es el voseo portugués. En los apellidos, la zeta procede de la ese portuguesa: Mendes, Rodrigues. Muchos motes. En ritos, en gastronomía: la famosa técula mécula, los pasteles de Belem, la sericaia, el dulce de vinagre, que se corta con una gota de vinagre.
-¿Es cierta la leyenda de que la técula mécula es el pago de un portugués que no tenía dinero y regaló la receta de la tarta?
-Eso creo que es falso. La técula mécula procede del convento de Flor da Rosa, en Crato. Lo de tecu-mecu.
-¿Para ti, para mí. Sería una metáfora de la historia de Olivenza: para Portugal, para España?
-Yo difiero. Lo veo muy improbable, un invento más de marketing. En Portugal se conoce solo como técula.
-Olivenza no entra en las rutas turísticas tradicionales. Es raro que un extremeño diga: vamos a pasar el día a Olivenza.
-Se ha visto que lo caracteriza a Olivenza y la singulariza es la biculturalidad y eso pasa por mantener el patrimonio arquitectónico. Sí ha habido un buen trabajo patrimonial en los años 80 y 90, una buena gestión política en ese aspecto, pero a Olivenza le falta una identidad de marca. El Valle del Jerte tiene su identidad de marca. Olivenza la pide a gritos para que los turoperadores se fijen en el pueblo y en el entorno: Puente Ayuda, Elvas.
-¿Se fomenta convenientemente esa cultura, lo portugués o hay reticencias?
-Sigue habiendo reticencias. Se sigue mirando a Portugal con prejuicios, con ciertos miedos. La frontera está sin cerrar: en la zona de Olivenza hay aún cien hitos fronterizos sin cerrar. Para Portugal, Olivenza sigue siendo portuguesa de alguna manera. Hay grupos en Portugal que la reclaman. Pero hay que darle solo la importancia que tienen. Ellos aman Olivenza a su manera. No olvidemos que Olivenza es un brazo que Portugal se tuvo que arrancar para salvarse a sí misma. Portugal también desconoce mucho Olivenza y le debe mucho. Hay muchos oliventinos que sienten recelos a sentirse orgullosos de su pasado portugués.
-¿En este momento estudian portugués los niños oliventinos?
-Se enseña portugués en los colegios, se les dan charlas en los colegios. Ciertas instituciones como el Instituto Camoens [Camões] antes daban dinero para ayudar a que el portugués no se perdiera y fomentar la cultura en Olivenza y han dejado de darlo.
-¿Cuál es su relación y la de su pueblo con la asociación portuguesa de Amigos de Olivenza? Uno de sus miembros, Carlos Luna, parece el más activo: publica en diarios portugueses, investiga la historia de esta comarca, envía a decenas de extremeños correos electrónicos casi a diario sobre la cuestión oliventina.
-Carlos Luna ama Olivenza, al igual que los Amigos de Olivenza. Lo que pasa es que por sus connotaciones políticas se les ha mirado bastante mal y los oliventinos intentan alejarse de todo eso. Pero son parte también del subconsciente cultural. Los escritores que mejor han narrado Olivenza provienen de ese lado portugués, caso de Ventura Ledesma Abrantes, piedra angular de Olivenza en el siglo XX, una persona olvidada injustamente de cuya obra beben todos los estudiosos de Olivenza. Fundó el grupo Amigos de Olivenza en los años 40 del siglo pasado. Ha contado la historia de Olivenza en su libro 'O Património da Serenís[s]ima Casa de Bragança'. Era un enamorado nato de Olivenza, pero se le vetó la entrada en Olivenza. Cuentan que porque sus antepasados cometieron un asesinato, en fin, hay una leyenda negra. Este hombre se instaló en Lisboa, en la Rua do Alecrim, al lado de personajes tan importantes como su íntimo amigo António Egas Moniz (neurocirujano y psiquiatra, inventor de la lobotomía y premio Nobel de Medicina en 1949). Fundó la librería La Oliventina y la Feria del Libro de Lisboa. Falleció en Estoril olvidado y en su casa puso una placa: «Si eres portugués Dios te salve, si eres alentejano, Dios te guíe, si eres oliventino, entra hermano mío». Vivió en Olivenza junto a una de las puertas del Calvario. Ventura Ledesma Abrantes es un oliventino injustamente olvidado que sin duda merece una calle en Olivenza. A los Amigos de Olivenza se les mira mal, pero el secreto es no tenerles miedo. Al fin y al cabo tienen amor a Olivenza y merecen su espacio en Olivenza.
-¿Qué persigue y quiénes forman parte de la asociación Além Guadiana?
-Significa más allá del Guadiana, ha cumplido dos años e intentamos transmitir la herencia cultural portuguesa en Olivenza y en Táliga, sensibilizar al oliventino sobre un tesoro cultural que tiene y se ha ido olvidando.
-¿Qué opina sobre la reconstrucción de Ponte Ajuda?
-No estoy a favor de su reconstrucción. Hay un puente nuevo muy inteligentemente hecho y muy positivo. Puente Ayuda es un símbolo de unión.
-Además de escribir libros e investigar sobre Olivenza, es usted publicista y dedica su tiempo al arte fotográfico.
-Mi tiempo libre lo dedico al trabajo creativo personal. Mi universo creativo es Olivenza, no me apetece hacer nada fuera de Olivenza. Entiendo el arte no como una profesión, sino como algo que me aporta cosas. Soy soñador y me dije una vez: ¿Por qué no puedo tener obra en el Moma (Museo de Arte Moderno) de Nueva York? Y decidí colarme por la puerta de atrás. Escribí una carta a su director, le expuse mi trabajo sobre Olivenza y le dije que solo quería que archivara mi obra. Me respondió diciéndome que muchas gracias y que la guardaba en los archivos del Moma. A lo mejor nunca será expuesta, pero allí está. La he enviado también a la Tate Modern de Londres y a otros museos de Europa. Intento darle a mi obra una repercusión internacional, ¿por qué no? También se expone en la galería virtual ABS Gallery, que se interesó por mi obra y expone un monográfico sobre mi libro 'Saudade'. También está en el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla. Hago exposiciones a veces, pero requieren mucho trabajo para muy poco tiempo, mientras que el libro me da sensación de perpetuidad, me estimula más.
-Hablemos de sus libros. El último, recientemente publicado, es ¡La herencia portuguesa en las cofradías de Olivenza'. ¿Cuál es esa herencia?
-Habla de dos cofradías: la Hermandad de la Misericordia y la de Nuestro Señor Jesús de los Pasos. Proceden ambas del siglo XVI. Sus ritos no tienen nada que ver con las españolas. Está editado en formato de misal del siglo XVIII y se cuenta la historia y la realidad de estas cofradías fotográficamente.
-¿Cuál es su siguiente proyecto?
-Contar la historia de la iglesia de la Magdalena en sentido humanístico, cómo ha repercutido a nivel artístico, social. Todos los vínculos que ha tenido la Magdalena con Olivenza. Ese proyecto me quita el sueño. Si tengo dos horas libres me voy a la Magdalena, intento dialogar con ella, fotografiarla, buscar una historia en cada esquina, documentarme.
-¿Su mujer no está harta de tanto Olivenza?
-Ella es sevillana, pero tuve la suerte de que le gustó Olivenza y la pude enganchar ahí porque yo sin la Raya no puedo vivir. Las 24 horas del día vivo por y para Olivenza. Mi idea es contar historias gráficas de Olivenza a través de los libros. O bien estoy fotografiando o leyendo para buscar datos sobre Olivenza. Mi mujer me respeta y me ayuda muchísimo. Me tiene que aguantar en muchos casos.